Patrimonio Cultural en Graus

jueves, 28 de abril de 2016

Dos modelos de intervención sobre el patrimonio


En este post nos proponemos presentar y analizar dos ejemplos de intervención sobre el patrimonio totalmente opuestos en cuanto a su proyección y materialización. Ni qué decir tiene que ambos responden a las necesidades propias del bien a restaurar y, por tanto, intentar ponerlos en entredicho fuera de su contexto resulta absolutamente equivocado. Sin embargo, tomados de forma individual, le puede ser adscrita a cada uno una línea clara de las metodologías restauradoras enfrentadas, esto es, la conservadora y la reformadora. No es cuestión aquí de entrar en debates bizantinos ni, como decimos, de condenar o alabar proyectos que, a fin de cuenta, buscan la mejora del estado previo del edificio y la optimización de su funcionalidad. Simplemente nuestro objetivo es el de presentar al lector dos casos cercanos de conservación y restauración arquitectónica y que él mismo sea quien decida cuál es el que resulta más adecuado.

El primero de ellos se inició en el año 2000, con la presentación de un proyecto de restauración y acondicionamiento de un antiguo templo para albergar un centro de interpretación que convendría en llamarse Espacio Pirineos. El lugar elegido fue la iglesia de la Compañía, edificio que, tras décadas en desuso, acabó en manos del consistorio local a finales de los años 80. Fundado a mediados del siglo XVII, el convento de los jesuitas, del que efectivamente sólo se mantiene la iglesia, es un exponente casi perfecto de la arquitectura de la orden, construido a imagen y semejanza del templo del Gesú en Roma. El resto del complejo lo conformaba el propio convento con su claustro, su arcada superior y todas las dependencias interiores. Lamentablemente éste fue desmontado y sus sillares aprovechados para la construcción del cercano templo de Torreciudad, quedando su solar disponible para la ubicación posterior del instituto de educación secundaria.

En cualquier caso, el proyecto de restauración que se acometió a inicios del siglo XXI buscaba convertir una decrépita iglesia que hacía las veces de almacén en un espacio multifuncional que ejerciese de centro de interpretación y exposición, equipamiento para conferencias y conciertos y, en definitiva, que ocupase el lugar de referencia cultural del municipio. Todo ello se iba a realizar con el objetivo intrínseco de devolver el brillo y la dignidad a uno de los inmuebles más sobresalientes del patrimonio grausino, como ha quedado refrendado, todavía más si cabe, tras su restauración.

Así pues, con éste espíritu, en septiembre del año 2000, se encarga el proyecto a los arquitectos Royo Iglesias y Solana Montero quienes, tras llevar a cabo su labor de estudio, determinan que la intervención a realizar procurará conservar la estructura original y todos los rasgos característicos del edificio. En la memoria justificativa consultada, se puede observar cómo recalcan que solo se “actuará de forma más agresiva en la entrada de la iglesia, donde se sitúa el acceso a la planta coro y en la actual sacristía, adaptada como salón de actos y salida al patio”. Efectivamente confirmamos que la metodología de la restauración es de corte conservador, sobre todo si la contrastamos con la que veremos más adelante. Pensado como espacio museístico, el proyecto contempló desde el inicio la presencia de un visitor centre que actuase como punto de referencia del visitante y en el que éste pudiera disponer no sólo de la información acerca del propio Espacio Pirineos sino también de toda la comarca, adquiriendo las funciones habituales de las oficinas de turismo.

Como venimos diciendo, el estado previo del conjunto era bastante deficiente, haciéndose necesaria la intervención urgente en el tejado, la limpieza a fondo, la eliminación de tabiquerías, la colocación de nuevas carpinterías y la adaptación de un suelo técnico. Sumado a ello, también resultaba indispensable la creación de unas nuevas estructuras que dieran acceso al piso superior en el que, a lo largo de la tribuna, se distribuirían nuevas salas para albergar la exposición permanente sobre la vida, el folklore y las costumbres de la Ribagorza. A su vez, en las capillas de la nave central, se procedió a su acondicionamiento, pintado e iluminación para hacer uso de ellas como espacio expositivo de las muestras temporales mientras que en el ábside se colocó un collage en el que se puede observar toda la fauna y la flora del entorno pirenaico, protegido por una gran placa metálica en la que se ubica la pantalla desplegable destinada a las proyecciones visuales. Para completar la intervención, la antigua sacristía se convirtió en una sala de conferencias al mismo tiempo que las dependencias situadas sobre ésta fueron diseñadas para albergar los documentos del archivo histórico municipal.

La restauración aúna por tanto la idea de recuperación y restauración de un bien de primer orden dentro de la localidad; y la de introducción de elementos de modernidad para convertirlo en un espacio funcional acorde a las necesidades culturales de la ciudadanía. Por tanto, desde nuestro punto de vista, resulta totalmente acertada.

Pasamos a continuación a abordar otra de las grandes restauraciones acometidas en la capital administrativa ribagorzana a principios de este nuevo siglo. Se trata de la que afectó al Ayuntamiento o Casa de la Villa encargada al mismo equipo de arquitectos antes nombrados en junio de 2001. En este caso, la memoria justificativa, también consultada, es rotundamente esclarecedora: “para la realización de la obra es imprescindible el derribo total del interior del edificio manteniendo las paredes medianeras, las cuales se deberán repasar y reforzar puntualmente, y las fachadas principal y posterior. Se modifica toda la estructura interior desde la cimentación a la estructura vertical y horizontal, totalmente nueva. Demolición total de la cubierta de teja”.

El Ayuntamiento de Graus ocupa el lugar central de la plaza mayor, encuadrada a su vez en el caso histórico declarado Conjunto de Interés Cultural como ya se ha mencionado en varias ocasiones en este blog. Así pues, goza de una protección patrimonial especial que implica la revisión y autorización de todas las intervenciones realizadas por parte de las autoridades competentes.

Las noticias históricas nos hablan de un edificio primigenio situado en una solar propiedad de la familia Bardaxí, cuya residencia se encontraba a escasos metros del mismo en la propia plaza mayor. En 1584 ya se tiene constancia de la construcción de una Casa de la Villa en dicho solar. Por tanto, nos encontramos ante un edificio que respira historia, referencia indispensable de ciudadanos y foráneos durante más de cuatro siglos, encuadrado entre otras construcciones hermanas con las que comparte un desarrollo histórico similar. De todo ello resulta que la intervención debía ser, cuando menos, cauta y sensible a esta realidad, tal y como se desprende de la memoria justificativa, fundamentalmente en las zonas externas del edificio.

No obstante, cualquiera es consciente de las necesidades actuales que tiene un edificio de estas características. El antiguo ayuntamiento se encontraba saturado desde el punto de vista espacial. Al aumento del personal se sumaba la necesidad de adaptación a los nuevos procedimientos administrativos, todos ellos marcados por la aparición de las nuevas tecnologías. Además, los accesos, la iluminación y la ventilación debían de ser optimizados puesto que todos ellos habían quedado obsoletos, no atendiendo a los equipamientos básicos de cualquier inmueble de hoy en día. Por todo esto, se decidió “vaciar” el antiguo edificio para levantar uno nuevo mientras se conservaban las fachadas. Dividido en cuatro plantas que incluyen el sótano, lugar de almacenamiento y de archivo, y la planta bajo cubierta, el ayuntamiento se identifica con la tendencia arquitectónica tendiente a lo diáfano mediante el uso abundante del vidrio que permite la entrada de luz natural procedente de un lucernario central ubicado sobre la sencilla escalera principal. Del mismo modo, predominan los tonos blancos, ocres y grises en suelos, paredes y barandillas así como la colocación de maderas claras en marcos y puertas. En definitiva, la visión interior es la de un edificio plenamente contemporáneo, audaz para algunos, mesurado para otros, que cumple de forma solvente con las necesidades funcionales para las que fue diseñado.




Esa imagen interna contrasta con el panorama exterior. La fachada principal, compartimentada claramente en tres niveles correspondientes a los arcos sustentantes, el cuerpo central y la arquería superior, fue modificada durante la dictadura mediante el repicado de su encalado blanco y el descubrimiento del ladrillo inferior, dotándola de un aire sobrio en contraste con el resto de fachadas adyacentes. La última restauración contempló la vuelta de la fachada a su estado original sustentando su intervención en las referencias fotográficas del primer tercio del siglo XX así como en su presencia en el Pueblo español de Barcelona, donde representa un ejemplo de la arquitectura civil aragonesa del Renacimiento. Por su parte, en la estrecha fachada posterior se abrió una nueva puerta de acceso donde previamente se situaba una gran cristalera a través de la cual accedía la luz a la sala de lectura de la Biblioteca Municipal, recolocada después de la restauración en las antiguas dependencias del instituto de educación secundaria antes mencionado.


Hemos visto cómo en un corto radio aparecen modelos de rehabilitación diversos y, por tanto, de gran utilidad de cara a realizar un análisis en profundidad en cuanto a su proyección, desarrollo y resultado. En próximas entradas seguiremos presentado ejemplos de reutilización de espacios antiguos y creación de nuevas infraestructuras culturales, avanzando en la muestra de nuestro rico patrimonio.