Originalmente comprendido dentro
de la limitación del Conjunto Histórico Artístico de la declaración de 1975, al
Santuario de la Virgen de la Peña le fue otorgada la subcategoría de Monumento
Histórico, comprendida también dentro de la categoría de BIC, por sus
características específicas que conllevan igualmente una protección jurídica
acorde a éstas.
La Virgen de la Peña es,
podríamos decir, prácticamente desde su construcción en el siglo XIII, el santo y
seña de la localidad, para entendernos, la foto que todo visitante recuerda, la
imagen que todo grausino evoca cuando se hace referencia al pueblo. Tiene, por
tanto, una gran carga identitaria, tradicional, y, sobre todo, histórica y
artística. Dadas estas condiciones resulta lógico su tratamiento patrimonial
exclusivo en busca de la atenta tutela a esta singularidad.
Desde el punto de vista
histórico, no son pocas las teorías, acertadas a mi parecer, que ubican el
pequeño templo islámico, fruto de los más de doscientos años de estancia
musulmana en la zona, en el solar que hoy ocupa parte de la propia iglesia
actual. Es totalmente congruente pensar también que al abrigo de la gran masa
pétrea se asentasen los primeros pobladores, quienes al paso del tiempo irían
descendiendo por la ladera en dirección a la vega del río, aumentando el
perímetro protegido del solar como todavía se puede observar en algún muro del
santuario cuya potencia respondería indudablemente a fines defensivos aunque
posteriormente fuera utilizado como elemento sustentante del edificio
religioso.
En cualquier caso, no han sido
pocos los acontecimientos históricos que han tenido al santuario como
escenario, hechos que, por cierto, se encuentran bien documentados desde
antiguo. No es momento de relatarlos aquí. Baste decir que, en lo que se
refiere a lo propiamente artístico (y a la gestión de su patrimonio) nos
encontramos con una magna obra arquitectónica que sigue estando viva, en
continua evolución desde su edificación. El santuario es la suma del trabajo
multisecular que los habitantes locales han realizado movidos por distintos
motivos, un trabajo que, en cualquier caso, ha generado una amalgama de estilos
que parten desde algunos elementos del gótico aragonés y se centran,
fundamentalmente con su celebérrima arquería, en el renacimiento tardío, culminando
en determinados testimonios barrocos. Todo ello, armonioso, le concede al
conjunto una personalidad artística que, unida a las variadas funciones que ha
desempeñado a lo largo del tiempo, hace que tanto su denominación como su
catalogación no carezcan de cierta dificultad, aunándose actualmente en las
figuras de santuario y monumento artístico respectivamente.
Precisamente, analizando el
último decreto dispuesto al respecto de la categorización del Santuario, vemos
cómo éste también ha pasado por distintas denominaciones desde que en 1975 se
incluyera dentro de la declaración de Conjunto Histórico- Artístico de la Villa
de Graus, como ya denotamos en la entrada anterior. En dicho decreto se
dispuso, en primer lugar, que tras la entrada en vigor de la Ley 3/1999 de
Patrimonio Cultural Aragonés, quedase igualada la categoría que ostentaba la
Villa y el Santuario a la de BIC. En segundo lugar, que mediante la Orden de 11
de junio de 2002 y siguiendo el apartado segundo de la Disposición Transitoria
Primera de la Ley del Patrimonio Cultural de Aragón, se completase la
delimitación de dicho BIC para determinar los bienes muebles que contiene y el
entorno de protección que debe establecerse. Dicha delimitación se llevó a cabo
erróneamente ya que la parcela en la que se ubica el Santuario fue confundida
con otra perteneciente al mismo polígono como puede observarse en el plano
correspondiente del catastro municipal. Para enmendar esta situación se dictó
este Decreto 161/2010 de 7 de septiembre de 2010 al que hacemos referencia en
el que se aprovechó para cambiar la categoría de protección del Santuario de la
Virgen de la Peña, mejor adscrita a la de Monumento específico dentro del
Conjunto de Interés Cultural que ostenta en la actualidad, esto es, la de un
Bien de Interés Cultural afectado por el mayor grado de protección jurídica
sobre el patrimonio.
Obviamente, la potestad del Santuario recae sobre la
Diócesis Barbastro- Monzón aunque éste se encuentra tutelado por la parroquia
local de San Miguel Arcángel, también situada, por cierto, dentro del límite
del Conjunto de Interés Cultural de Graus. Desde el punto de vista de su
cuidado y promoción, desde hace varias décadas, la Asociación Cultural “Amigos de la Peña”, de naturaleza civil y laica, lleva a cabo una labor de gestión del
Santuario que va desde la recolección de fondos para las posibles
intervenciones sobre el mantenimiento estructural del edificio, a la
organización de unas jornadas culturales durante todos los meses de agosto protagonizadas
por conferencias que giran en torno a aspectos relacionados con el Santuario,
Graus y Ribagorza, aunando pues las facetas de conservación, investigación y
difusión del patrimonio. Sumado a ello, el Santuario alberga un espectacular
Museo de Iconos organizado en torno a las salas que antaño hacían las veces de
residencia para los monjes y clérigos confinados en el recinto, museo al que
dedicaremos una de las próximas entradas.